Tan solos



Naufragó su barco.
Aferrados a maderas rotas los recibió una isla tranquila y despoblada.
Hasta ser rescatados vivieron allí noches extensas y días calurosos.
Únicamente ellos, mujer y hombre, llenaban los espacios que la soledad planteaba.
Era uno de esos lugares donde el pecado pierde su nombre, altera su forma y cambia el sentido.
Ambos dignos del paladar más exquisito.
Y ambos tentados con tan cercano manjar...
y a pesar de todo...
nunca se besaron, ni siquiera se tocaron.
Para qué...
si tanta era la soledad...
que no había a quien contárselo.



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