La Mano

La mano casi no se mueve, ni un soplo viejo la estremece, ni la sangre densa que le corre a empujones.
Mira y piensa, encrucijada.
De vez en cuando monta en cólera, pero pertinente, siempre pertinente, no sea cosa...

Insegura, sufre, late, y ya no canta.
Come de sus uñas sucias, devora sin culpa su carne.
Lame con asco su propio sudor.
Sus jugos vitales mojan su sombra con desidia, ya sin vergüenza.
Hasta la respiración, que es lenta y esquiva, parece abandonarla.

A veces duerme, pero en el sueño vomita histeria. Nunca descansa.
Se pudre de a poco, mira de reojo, con bronca, con impotencia.

La mano no habla, pero aulla nerviosa.
No pide ni da, no ofrece nada, y tampoco reclama. No reza, no quiere ayuda. 

La mano va a morir, pero no despierta, ni ruega, ni nada.
Solo está, por ahora.
Inconclusa.



No hay comentarios: